Según la Oficina Regional del Pacífico Oeste de la Organización Mundial de la Salud, “un entorno de trabajo saludable es un lugar donde todas las personas trabajan unidas para alcanzar una visión conjunta de salud y bienestar para los trabajadores y la comunidad”. Esto proporciona a todos los miembros de la fuerza de trabajo condiciones físicas, psicológicas, sociales y organizacionales que protegen y promueven la salud y la seguridad”. En este sentido, el crecimiento de una empresa depende de los esfuerzos que el personal haga con vistas a alcanzar cierto objetivo.
Cada vez que una compañía decide enfrentar nuevos retos, se identifican nuevos objetivos. Esto implica que, para alcanzar los resultados esperados, debe existir relación entre éstos y las estrategias que se implementarán, pero muchas veces no se toman en cuenta las implicaciones que esto conlleva para el personal. Aunque las medidas para asegurar el balance entre la vida laboral y personal deberían estar establecidas desde que la empresa comienza a operar, la realidad es que éste es uno de los aspectos que menos se procuran.
En México, muchos emprendimientos y organizaciones innovadoras se centran en el bienestar de sus trabajadores porque están conscientes de que el desarrollo humano es indispensable para el crecimiento interno y externo de cualquier compañía; sin embargo, aún falta un largo camino por recorrer para que esto sea una realidad para toda población trabajadora del país.
Un ambiente de trabajo adecuado debe contemplar la mejora constante para promover el bienestar físico y mental del personal directivo y empleados, pero no sólo eso, también debe procurar un espacio propicio de trabajo, así como una buena cultura organizacional. Las empresas deben establecer las condiciones necesarias para garantizar la salud física y emocional, así como la estabilidad económica de su personal, pero también facilitar las herramientas para que cada individuo pueda seguir desarrollando sus habilidades y capacidades.